Una pregunta frecuente entre quienes que comienzan
a hacer negocios con China es ¿para que un contrato sea válido en China es
necesario que esté escrito en chino (mandarín)?. La respuesta es: no. Un
contrato válido en China puede estar escrito en cualquier idioma. Es más,
cuando está escrito en más de un idioma, lo que es bastante usual, y una de
esas versiones está escrita en chino mandarín, de acuerdo a la ley china se
presume que ambas versiones son auténticas y una no prevalece sobre la otra.
Entonces, ¿en qué idioma debemos redactar un contrato que firmamos con una
empresa china? Esta vez la respuesta es más compleja e íntimamente ligada a
otros dos aspectos muy relevantes del contrato: la elección de la ley aplicable
y de la jurisdicción o tribunal competente.
El factor principal que debiera determinar el
idioma, ley aplicable y la jurisdicción que debe elegirse en el contrato, será
la jurisdicción, es decir, la elección del tribunal que conocerá las disputas
que eventualmente surjan entre las partes.
Es común que las empresas extranjeras quieran –e
insistan- que las eventuales disputas no sean resueltas por los tribunales
chinos, sino por los tribunales del país de la empresa extranjera, o por un
tribunal de un país “neutral”. Sin embargo, en la mayoría de los casos esto no
tiene sentido. Una vez que la empresa extranjera obtenga una sentencia judicial
a su favor, del tribunal competente que sea, para forzar a la empresa china a
cumplir con dicha sentencia por ejemplo pagando una indemnización, será
necesario recurrir a los tribunales donde la empresa china y sus activos se
encuentran, esto es, a los tribunales chinos. Los tribunales chinos en la
práctica no cumplen las sentencias dictadas por tribunales extranjeros, por lo
que la sentencia obtenida será inservible y la empresa extranjera deberá
demandar nuevamente en China. Es del caso señalar que China es parte de la
convención de Nueva York sobre Reconocimiento y Ejecución de Laudos Arbitrales
(1958), por lo que en principio las sentencias arbitrales dictadas por
tribunales arbitrales de países miembros de la convención debieran ser
ejecutables en China, aunque en la práctica solamente alrededor de un 70% de
estas sentencias arbitrales son ejecutadas por los tribunales chinos.
Dado lo anterior, es recomendable que el contrato
con una empresa china con activos en dicho país indique que las disputas que
surjan sean resueltas por los tribunales chinos, o por un tribunal arbitral
chino, de forma que la sentencia en contra de la empresa china sea plenamente
ejecutable.
En relación a la ley aplicable, la ley china
entrega libertad a las partes para definirla en el contrato (salvo escasas
excepciones). No obstante, considerando que las diputas debieran ser resueltas
por un tribunal en China, en principio no tiene sentido que el contrato se rija
por otra ley que no sea la ley de ese país.
Por último, si se ha elegido como sede
jurisdiccional los tribunales ordinarios chinos –los que tienen la ventaja de
ser más baratos que los tribunales arbitrales y están facultados para dictar
medidas de apremio- lo recomendable es que el idioma oficial del contrato sea
el chino, sin perjuicio que exista una traducción no vinculante en inglés u
otro idioma. El contrato sería válido de todas formas en caso que el idioma
extranjero fuera el idioma oficial, pero en la práctica el tribunal chino lo
enviará a traducir, obteniendo una versión poco confiable. Sólo en caso que en
el contrato se haya pactado que las disputas serán resueltas por un tribunal
arbitral en China, y el idioma del arbitraje será distinto al chino (por
ejemplo inglés) –lo que es raramente aceptado por las empresas chinas-, resulta
razonable que la versión oficial del contrato sea en ese mismo idioma y no en
chino mandarín.
Juan Xavier Barriga
Abogado
Barriga & Cia Abogados
www.barrigacia.cl